lunes, 14 de enero de 2008

¡¡¡Livin´la vida burguesa!!!

Desde hace un par de días la Familia Manson tiene un nuevo miembro. Es solo una incorporación temporal, una adopción pasajera. Los Manson somos los orgullosos padres de acogida de Luna, la perra de unos amigos. Se han tenido que marchar un par de días y nos hemos quedado con ella.


La Luna, esquiva, como pocas, no se deja fotografiar


En casa, Charlie Manson, además de no hacer surf, tampoco ha querido nunca perros; siempre le han parecido un estorbo para las vacaciones y siempre ha comentado jocosamente "que para perros ya estas tu y tu hermana, que no haceis ná". Los Hijos Manson siempre han querido tener perro pero mi padre, a cambio, siempre nos ha ofrecido mascotas alternativas como un jilguero llamado "Bobby" (¿He dicho ya que quería un perrito, papi?), un canario llamado "Calígula" (creo que por la serie "Yo, Claudio") , una perdiz llamada "Indiana" (eso fue por mi hermana) y un loro pequeño y mudo llamado "Napoleón" (¿Cómo coño le vas a poner a un loro si no es Napoleón). Cuando vivíamos lejos de la ciudad tuvimos también una camada de hurones sin nombre que alguien quiso adiestrar alguna vez para la caza furtiva pero al final creo que se regalaron. La lista se cierra con 4 o cinco tortugas de cabeza roja (mortales para el medio ambiente ya que están consideradas especie invasora) y ya en Madrid una camada de gatos capitaneados por un minino enorme llamado indistintamente "Azarías" (Yo y "Los Santos Inocentes") o "Cabezón" (Mi hermana, no hay explicación). Todos terminaron sus días de forma trágica, lamentablemente, ahogos, ingestiones accidentales de lejía, extravíos, fugas masivas...ninguna mascota ha sobrevivido el empuje de este Clan, de este ejército de Pancho Villa que somos los Manson. Bienintencionados siempre y constantes casi nunca. Somos así, es un estigma.


El caso es que por aquí anda "Luna" poniéndonos la casa patas arriba, cosiéndonos a lametazos y haciéndonos parecer, casi, casi, una familia de postal, una familia de postal de esas que usa Manos Unidas o Amnistía Internacional para dar pena, claro.


Ando todo el día teniendo diálogos absurdos con la perra que es de por sí cariñosamente psicótica, se te trinca de la pierna como los naúfragos del Titanic a los botes y da vueltas sobre sí misma como un puto derviche...no sabemos si es que es así por naturaleza o es que ya le empieza a coger el tranquillo a este institución mental que, a nosotros, nos gusta llamar hogar.


Esta misma mañana he descubierto lo útil que es un perro para sentirse "unomás". Me he ido a hacer unos recados y me he llevado a la "Luna" conmigo. El chucho iba regocijado y pensando en sus cosas, la he visto tan contenta que me la he llevado a dar un paseo mas largo e inevitablemente hemos coincidido con otros dueños de perros. Domingueros en lunes, ociosos, con sus canes, su periódico y su barrita de pan. Como yo mismo.

La vida, antes de las "urbas"




La he soltado un poco y se me han acercado otros "perristas" para entablar conversación. Chico, que interesante es la gente, la verdad, incluso me he olvidado por unos instantes de mi misantropía. Fútbol, Zapatero (allí no hay muchos rojeras he podido comprobar porque me sangraba la lengua cuando me he ido). Los perros oliéndose el culo y nosotros ahí, cigarrito en mano, dándonos palmaditas y comentando la jugada. Que deliciosa normalidad.


Toman café en vasos de plástico de esos americanos, llevan chándales nuevecitos ("La parienta", que es como un ente, se lo ha pedido a Los Reyes Magos). Estaba agotado después del enésimo consejo sobre como encender una barbacoa o si debo invertir en Telefónica o no pero me han pedido que vuelva mañana, que me apunte al gimnasio y que me compre un cómodo termo de plástico para meter mi "makiatto latte" porque, lo malo de vivir en las afueras, es que estamos lejos del Starbucks y en el bar de la "urba" no hay manera de que te pongan un café como Dios manda. Benditos ellos.

Yo sin chandal, sin termo, con un perro prestado y con el Público y El País debajo de el brazo me he sentido un espía, como si llevara una cámara oculta o algo. Como que no debía estar allí. Me he sentido normal, normalísimo y, de vuelta a casa, he querido comprarme mi propio perro o, por lo menos, tener dinero suficiente para comprar Telefónicas que es, un poco, lo que deben de pensar las "parientas" de sus maridos: no dan un gran rendimiento a corto plazo, pero son un valor seguro, para toda la vida.

No hay nada como mirar a los ojos de una perra con ojos de cordero "degollao" para que te entren unas ganas terribles de ser un burgués con todas las letras, que se te cuele el olor de estos convencionalismos por cada poro...ahora entiendo porque mi padre prefiere a los hurones, ahora entiendo porque no hay gatos policía.

¡¡¡Gracias Charlie Manson!!! ¡¡¡Viva Robespierre!!!
PD: De esta lista perruna-convencionalista quedan excluídos M. y L., claro, que la dueña se enfadará, si no...

1 comentario:

B. dijo...

Yuju!! Livin´la vida bueguesa.
M.L.y F. sonrien