lunes, 17 de noviembre de 2008

La pesadilla de John Logie Baird (Una pequeña historia de violencia catódica, pescado barato y telebasura)


Hay un estupendo documental llamado La pesadilla de Darwin (Hubert Sauper, 2004) donde se cuenta como la inserción en el ecosistema del Lago Victoria de una especie extrana (El percasol o perca) ha acabado por repercutir no solo en la total y absoluta degradación del propio Lago si no que ha afectado irremediablemente al quebradizo tejido social de las comunidades cercanas al mismo.

La llegada de la perca a ese remoto lugar de África fue vista en su momento como una interesante alternativa económica: es un pescado que se reproduce a velocidades de vértigo (incluso mucho más que Miranda y Julio Iglesias), alcanza muy pronto la edad madura y su mercado se extiende por todo el mundo, especialmente, por Europa donde su carne es consumida en la dieta habitual de los países del Este.

El Lago Victoria fue reconvertido en una enorme piscifactoría por una empresa rusa que se ahorró así los enormes costes de construir una artificial en cualquier otra parte del mundo, los costes de las contrataciones de personal y todos esos engorrosos trámites burocráticos. África era visto como la posibilidad de producir pescado a cascoporro a precios tirados.
Es una pena que la llegada de la perca a las aguas del Lago, en realidad, supusiera la absoluta desaparición del ecosistema del lugar ya que el bicho es muy voraz y resultó adaptarse a su nuevo entorno llegando hasta la cumbre de la pirámide alimenticia con la misma pasmosa facilidad que lo haría un ciclista enajenado por la EPO.
Roto el equilibrio del lago y desaparecido el producto autóctono los pescadores de la zona se tuvieron que convertir en asalariados de la nueva planta o emigrar y las diferencias sociales se acrecentaron. La llegada de occidentales sin escrúpulos (si uno es capaz de echar un inofensivo pececito en un lago africano qué no será capaz de hacer con las personas…) cargados de rublos crujientes provocó la llegada de la prostitución, la marginalidad, la contaminación, el tráfico de drogas y un largo etcétera de enfermedades que, si bien son tolerables en ecosistemas económicos más fuertes, en la zona resultaron desastrosos.

¿Alguien duda que la perca catódica que se hace en nuestro país ha sido lo que se conoce como “telebasura”?


Digamos que unos cuantos productores de la antigua autonómica valenciana (canal 9) se reunieron un día para echarle un vistazo a un proyecto televisivo llamado “Tómbola”. Una festiva celebración del mundo del corazón, una relectura un poco más malévola que el otro programita ese de las sobremesas de Telecinco que presentaban Belinda Washington y Chapis que se llamaba “¡Qué me dices!”. En realidad “Tómbola” era, incluso, mucho más barato: era una tertulia de cronistas de sociedad que comentarían las noticias de las revistas y se traería a un invitado de actualidad a golpe de talón. Un programa tirado de precio, en serio, unos cuantos redactores, un equipo técnico normal y algunas caras que comenzaban a hacerse conocidas como Lidia Lozano, Karmele Marchante, Jesús Mariñas y eso, un largo etcétera.

Con una capacidad de adaptación terrible el estilo de Tómbola tornó de inofensivo a abiertamente violento con la misma rapidez en que su primera invitada, Chábeli Iglesias, abandonaba el plató entre los abucheos del público y los contertulios tras ser ofrecida a los dioses del periodismo visceral con un cuestionario chusco, ofrecido con una línea tosca, de enfrentamiento…


No sin tino aquello podía haberse llamado “la rebelión de las mascotas”, el hasta entonces edulcorado cronista social que vivía de la bondad de marquesas y “duqueses”, actrices y actores, de la venia de pelotearle a Los Franco, Los Martínez Bordiú, los Sarasola, Los Gotor (Cuca y Pocholo) los otros y los marotos de pronto se revolvía públicamente contra todos aquellos ilustres apellidos que los habían sentado a su mesa, los habían utilizado como nota de color, de la Bohemia (el cronista social era animal nocturno que se movía entre dos mundo irreconciliables pero menos, si no me dirán ustedes de donde ha salido Don Leandro de Borbón), que se había dejado invitar a comer, a desayunar, a las vacaciones en Palma mordía públicamente la mano que le daba de comer.
La crónica social edulcorada, repleta de personajes aspiracionales, de V.I.Ps, de estrellas internacionales, de playboys sin oficio ni beneficio, de príncipes, de princesas y de eternos aspirantes al trono desaparecía a favor de una nueva y vieja invención: la puñalada trapera.
Un grupo de aguerridos periodistas decidió hacerle la guerra a la prensa escrita exponiendo curiosamente sus debilidades, por otra parte, sabidas: las entrevistas se conseguían a base de cheque, los amores y desamores se publicaban a tiempo para la promoción de la película o la obra de teatro a estrenar y, lo que es peor, la mayoría de las cosas que leíamos no estaban ni siquiera escritas por las personas que firmaban los artículos.

Todo era un tom-tom-tombola de muchos claroscuros y de un color víscera intenso, un circo, un espectáculo, una ficción creada para satisfacer las ventas. Al circo se le habían rebelado los enanos y los leones y estaban comiéndose al domador y al director de pista delante del asombrado público que, en lugar de salir despavorido, aplaudía el espectáculo ¿La gente quiere sangre? ¡Pues pásame el sable, querida!

Como un mago que decide mostrar sus trucos, el periodista de lo rosa estaba desmontando todos los números pero se guardaba un as en la manga: estaba transformando la prensa del corazón en un asunto de vísceras. Y lo bueno es que a nadie le importaba, es más, sabido que todos los bofetones eran de mentira y que todas las puñaladas parecían pactadas lo mejor era sentarse a disfrutar del enorme culebrón que, además, se desarrollaba en cualquier esquina y en cualquier lugar. Es más los mismos periodistas rebeldes comenzaron a sentirse mucho más famosos y protagonistas que los teóricamente famosos y protagonistas y comenzaron a venderse las rencillas entre profesionales como parte del circo (¡Que te calle Karmele!) con resultados a veces sonrojantes (Lidia Lozano y el caso de la desaparición de Ylenia Carrisi, hija de Albano Carrisi y Romina Power). Además apareció una saga mucho más virulenta y el periodista de oficio fue sustituído por el paparazzi-contertulio cuyo único mérito era acercarse a las celebrities con un teleobjetivo tamaño cañón de artillería, no saber escribir y tener apariencia de no saber leer pero ir vestido con una ropa que parece robada del armario de Tony Montana. Menos Beatriz Cortazar (enorme periodista de estos asuntos, gran profesional...sin mácula) y más barata algarabía.

Arrinconadas las viejas celebrities a esa reserva natural que se llama ¡Hola! Donde los príncipes se casan todavía con las princesas, las marquesas te enseñan su casa y se informa puntualmente del enlace de los Sansotero de Mendíbil, empresarios de la plata, con los Vizcondes de la Picha pelada, simplemente ellos, se dio paso a una nueva especie: “los no específicamente famosos” o directamente los frikis.
De pronto descubrimos que había un torero aquejado de satirismo que tenía un tigre llamado Currupipi y una hermana que se quería hacer un hueco en el mundo de la pasarela…¿Alguien duda de que eso parecía escrito por un guionista?
Sin duda el nuevo periodista del corazón, antes caniche ahora hiena, se dio cuenta de que la realidad era una enorme máquina de crear ficciones o realidades paralelas y, cuando no, siempre se podía hablar de la podrida maquinaria: el modo en el que este o este otro cobraba por preparar una trola, lo que ganaba sentándose en un plató, las verdaderas motivaciones que le habían llevado hasta allí o sea, más dinero, o una absurda necesidad por “ser famoso”. No ser famoso por nada simplemente entrar dentro de una nueva categoría profesional. El Tomate y GH nos mostraron que cualquiera puede convertirse en un personaje atractivo para los medios de comunicación y si es un miserable o tiene una vida plagada de infames episodios (drogas, un paso efímero por la prostitución, robo con escalo, picor de huevos…) mucho mejor.


El “famoso” podía ser el tendero, podías ser usted mismo ¿Qué había de malo en que todo el mundo ganara un poco de dinero con todo aquello si alguien estaba dispuesto a deshacerse de él?
Eso mismo lo cuenta Leonardo Dantés: no hay nada de malo en ganar un poco de dinero a costa de hacer un poco el ridículo y, por eso, te cuenta con tantas ganas como junto a Tony Genil y unos cuantos personajes del lumpen artístico se reunieron un día en un bar de cañas de una de las paralelas de Gran Vía, donde se reunían todos los currelas del Teatro Lope de Vega a beber botijos. Una tímida reunión de algunos personajes de la margen más deprimida del espectáculo (Dantés, Genil, Tamara, Paco Porras…) pusieron patas arriba el panorama patrio contando chorradas, inaugurando fruterías, montando el pollo. Y los tomaron en serio. Es decir, según los cánones de la nueva televisión: llevas a alguien al plató y le pagas por contar algo que todo el mundo sabe que es mentira pero, sin embargo, y pese a que sabes que es una mentira lo invitas para cargártelo en directo y hacer algo de leña del árbol recién erigido.

Del mismo modo que en La Señorita de Trévelez o en Calle Mayor los señoritos del casino deciden echarse unas risas a costa de la fea del pueblo para esconder su propia mezquindad los periodistas del corazón –también rescatados del margen más deprimido de las redacciones, ocupando el peor puesto, el peor pagado, el que nadie quería – quisieron esconder sus miserias, sus travesuras, su condición sexual, sus pillerías profesionales a costa de mostrarnos a otros más raros, más pobres, más chiflados y, a primera vista, incluso más tontos.
Así tenemos unos personajes imposibles, todo el morbo que uno pueda ser capaz de tragar, temas intrascendentes, asquerosa moralina (como esos largos interrogatorios sobre el consumo de cocaína a ciertos personajes…que a veces deberían de empezar por un “de cocainómano a cocainómano, cuéntame…”) pero nos falta la bendición de la ironía, ese mundo necesitaba de una coartada intelectual y, ops, he aquí que Javier Sardá abrió su programa al circo para convertirse en el payaso listo entre tantos payasos tontos y usurpar el puesto a otro “periodista serio” Pepe Navarro que intentó, infructuosamente, mezclar a Lucas Grijander con una investigación sobre niñas desaparecidas, La Veneno…
Ahí estaba Javier Sardá, el ex rey de la tarde para ponerle a todo su media sonrisa cínica, para tranquilizar nuestras conciencias y decir “NO se preocupen, no dejen de mirar, esto es normal, es lo que hay…¡ES LO QUE USTEDES QUIEREN VER!” ¡Que bueno que un señor de izquierdas, tan catalán, tan culto, tan amigo del Señor Casamajó bendijera esta nueva revolución! En el camino se quedó Galindo y su puesto en el Observatorio moral del programa con su “tetas, tetas, tetas” y todo el elenco de cómicos como Mariano Mariano, Fuentes, Toni Clapés y un largo etcétera de colaboradores que ya no tenía cabida. La telebasura también se tragó a Sardá y a todas sus buenas intenciones de hacer un show americano en plan Letterman. Ays.
Además, de pronto, la política nacional emparentó por vía matrimonial (o de arrejunte) con el corazoneo: ahí estaban Ana Obregón primero –enrollada con el señor que, de morirse, treinta personas reinaría en España o Cachuli y la Pantoja.
En la enésima voltereta de pronto estábamos hablando de gente que se ponía los cuernos pero también de comisiones, de concejales, de Marbella y, como no, de corrupción, hijos díscolos, euros metidos en bolsas, de nuevo camellos…
El corazón, el tono, el reportero y tente tieso, la pregunta maleducada (que no incómoda porque el personaje sabe que no va a contestar…) había alcanzado a los informativos que se confundían con eso de la “diversión y el programa de puro y duro entretenimiento”.
La telebasura, los que la hacen, aluden muchas veces a aportar una “mirada fresca”, “sencilla”, “verdadera”, a trasladar al oído del famoso lo que en realidad se piensa de él: “¡Marbella no te apoya!”, “¡Tu hijo es un yonki!”, “¿Qué opinas del matrimonio gay?”. Ellos no son más que los transmisores de las inquietudes del público, de España, del Mundo…que pena que siempre se acuda a retratar al espectador más idiota, menos preparado y menos exigente de todos para retratarnos a todos.


¿Era verdad que Javier Sardá o Jorge Javier Vázquez nos estaban ofreciendo justamente lo que TODOS queríamos ver?
Pues no, simplemente nos estaban dejando sin alternativa aunque ambos dos tenían mucho más claro que sus espectadores que lo que en realidad estaban ofreciendo era pura basura. Cero alternativa añadiría. En España se suele tender a no luchar por la audiencia o a hacerlo ofreciendo un programa igualito al que tiene éxito para ser ofrecido en la misma franja. La lucha entre Coca-Cola y Pepsi-Cola ya nos advierte que suele ganar la batalla comercial quien primero se instala en un mercado y, en ese caso, las alternativas ofrecidas eran pobres.
Más allá de las motivaciones del espectador por devorar a este nuevo y, a primera vista, sabroso pescado (aunque más de uno termine con el vientre reventado como los protagonistas de Las Truchas) y de que este ha sido convenientemente redirigido o sea, que se le ha ejercitado el gusto y se le ha creado la necesidad de este tipo de programas lo cierto es que mucha gente estaba ganándose muy bien el pan. Digamos que Korpa (digo la más famosa pero hay muchísimas) podía vender una imagen de un torero llamando cabrón a su reportero por un buen precio y el comprador podía emitirla en varios programas en diferentes horarios. Bendita sea la redifusión y que las cadenas estén empachadas de esto mismo. Un video que cuesta 3.000 euros, y que dura más o menos un solo minuto, puede multiplicarse y rentabilizarse en una misma semana en forma de reportaje, fondo de reportaje, parte de una promo…¿Alguien se hace a la idea de cuanto costaban 30 segundos de Los Serrano? Pues digamos que un poquirritito más. Otra vez el maldito dinero. En realidad las teles compran una extraña ficción, cercana al reality, a cambio de unos cuantos euros.
Desde entonces hasta ahora pocos cambios, La Perca Catódica de la telebasura se ha ido apoderando de más y más franjas, muta, cambia de nombre pero, ay, ay, ay, sigue devorando con la misma facilidad a cualquier cosa que se pone a su paso: El Tomate, La Noria, El Efecto de Dos, AR, Espejo Público, Las gafas de Angelino, Visto y Oído, El Diario de Patricia, Crónicas Marcianas, Esta noche cruzamos el Mississippi, Espejo público, Tómbola, Sabor a ti, ¿Dónde estás corazón?, ¡Qué me dices!, TNT…son, en realidad, el mismo programa, hecho para satisfacer al mismo número de espectadores, tratando los mismos temas. Es más, en muchos casos, endogámicamente, están hechos por productoras que atienden las mismas necesidades en diferentes cadenas alimentándose de las mismas fuentes de información.


Son la misma perca catódica que, sin problemas, ha escalado hacia la parte más alta de la pirámide devorando todo, destrozando el ecosistema y envilenciendo la profesión, adoptando las formas del periodismo de investigación, zampando naderías y cagando rumores en forma de noticias. Dejando las aguas vacías de otras especies más débiles (documentales, telefilmes, programas de divulgación, concursos, contenidos infantiles, ficción) la telebasura se lo ha zampado todo y llegará un momento en que no podamos alimentarnos de otra cosa que de ella y eso es malo ¿Alguien querría comer toda la vida un enorme pez de río cuando ha probado las gambas de Huelva? Yo creo que no, lo que ocurre es que al señor de la piscifactoría le interesa mucho más que comamos perca que es baratita y con una salsita por encima y unas pataticas, puesta en la mesa por un camarero saleroso y unas patatitas alrededor, pasa por ser un manjar. En realidad la perca es un pez asqueroso, de sabor innombrable como su prima la catódica.
Llegados a este punto del discurso también añadiré que la cría de el Percasol catódico ha reblandecido el tejido de todos los medios de comunicación poniendo a sus profesionales al borde de un ataque de nervios, invadidos sus puestos por medianías o gente muy poco preparada, acortados los asientos para guionistas de ficción y profesionales serios condenados a largarse a otros medios o a quedarse en unos departamentos de informativos que cada vez tienen menos presupuesto y se alimentan del suceso (la otra perca, esta vez la que se está asentando en la información diaria).
¿Alguien duda por qué se utiliza la palabra “cebo” para definir a esas piecitas repletas de torpes mentiras que se colocan antes y después de la publicidad?
Si John Long Baird, inventor de la televisión, hubiera visto en qué se iba a convertir su aparato posiblemente lo hubiera enterrado en los Highlands y nunca hubiéramos sabido de su existencia. Ahora mismo su cadáver debe de estar vomitando hasta los gusanos. Si no lo haces por nosotros (pobres desgraciados) hazlo por la memoria de ese honesto prohombre que, de seguir así la cosa, pasará a la historia como uno de los peores criminales contra la humanidad de todos los tiempos.
Como conclusión aquí os dejo unos cuantos rasgos definitorios de la telebasura…
1.)Una forma de televisión de mínimos intelectuales concebida para ser entendida por el espectador menos preparado y atrapar al menos exigente o crítico.
2.)Aquellos programas que convierten el rumor y la maledicencia en noticia.
3.)Aquellos programas que utilizan el periodismo como excusa para hacer espectáculo.
4.)Aquella televisión hecha sin cariño por el espectador, ni por los personajes que trata.
5.)Aquellos programas que se basan en emitir juicios morales sobre las vidas de terceros.
6.)Aquellos programas que acomodan la realidad a la noticia que quisieran dar cortando, editando, eliminando audios…o ejercitándose en las malas artes del cebo.
7.)Aquella televisión que te llama idiota a la cara.
8.)Aquellos programas en los que no puedas diferenciar entre el periodista y el famosos.
9.)aquellos programas manejados por profesionales que hablan de negocio y no de comunicación.
Y ya sabes: La telebasura se ha acabado (si tu quieres).

11 comentarios:

Paria dijo...

A estas alturas me parece que ya ni merece la pena encabronarse con tanta mierda...Despues de todo, una vez que la especie invasora haya acabado con todo el ecosistema ella misma desaparecerá...Así que simplemente habrá que aguantarse hasta que reviente la burbuja de los cachulis y compañia. Con un poco de suerte telecinco comenzará en breve el declive del modelo, igual que le pasó con el rollo mamachichos del principio y volverá a haber sitio para cosas que no provoquen lobotomias por contacto.

Anónimo dijo...

Santa Madre de los Remedios contra la Psoriasis! Estimado Señor Insustancial, está Vd. alcanzando un nivel de perfección postística impresionante: unir "La Pesadilla de Darwin" con "Está pasando"... y con criterio razonado, claro (yo hubiera dicho que ambos trabajos son en color y me hubiera quedado tan ancho). Genio!!

Y que conste que no se lo digo para que, cuando en mi futura visita a la Ciudad Gato lleve a cabo la promesa que le hago de ponerme en contacto con Vd., me invite al antro donde, cual Hitler de "todo a 100", los Geniles, Porras y Dantés de la vida, dieron su particular "Punch de la cerveza". ¿Estoy equivocado, para variar, o en dicho local uno se coge su propia cerveza de la nevera, está decorado con fotografías de los citados individuos (por llamarlos de alguna manera) y sirven un más que aceptable "bienmesabe?

Afectadísimos saludos.

Anónimo dijo...

A estas alturas lo único que nos queda es ir con un lanza-llamas a según qué cadenas y quemar a todo cristo mientras les vamos diciendo que venimos en son de paz, al más puro estilo Mars Attacks! Que es más o menos lo que ellos hacen con la audiencia: "Ahora te vas a a comer esta mierda que te vamos a dar, porque eres conformista e intelectualmente invalido, ¿vale?"
Enorme artículo, y necesario, yo creo que sí hay que encabronarse con este asunto, y cada vez más..

manu dijo...

Hace tiempo leí sobre lo de la carpa. Otro de los efectos perversos de la globalización.

Nen, este post es protohistoria de la telebasura. No te extrañe que se acabe estudiando en las facultades de Periodismo (rama higadillos).

Yo estoy indignado. No me contratan de tertuliano en la tele por feo. Pero puedos ser tan descerebrado, capullo y arribista como cualquier de esa fauna que has descrito... por un nada módico precio, que uno tiene sus principios.

Señor Insustancial dijo...

Hola a tutti,

Gracias por los halagos tan inmerecidos por otra parte que yo os hago por alegrarles a ustedes la vida....

Paria,
No es que me cabree es que nos levantan puestos de trabajo y eso me disgusta enormemente. El problema es que Telecinco era una cadena de Vocento que recompró Berlusconi por intereses políticos (echarle una manita a Aznar) y directamente la han desguazado para reconvertirla en una castaña. No olvidemos que Telecinco supuso el lanzamiento de las series españolas (buenas, malas, como fueran), CQC, unos buenos informativos de Juan Pedro Valentín, La ex mirada crítica...esa cadena funcionaba, se había quitado la caspa de los hombros, por los pasillos de ese sitio se escuchaban cosas como mantenemos este o aquel programa porque nos da prestigio...¡Qué tiempos gloriosos! ¡Ponían películas! Ahora es una especie de cadena temática de realitys y corazón.

Gromland,
Esas pirueticas son las que me hacen estar vivo, jajajaa. Lo he visto claro esta mañana, me he echado el cigarrito y me he acordado de la cara de pez de Vasile y la inspiración ha venido sola, yupi. Sí, no te equivocas es ese bar, en ese sitio tan chuungo, con esas birras y ese señor con sus fotos de Schwartzenneger falsas. L´Inferne. Invitado estas a lo mejor se nos ocurre otra chorrada chupando la grasa de las paredes.

Jordim,
no estoy de acuerdo con la lucha armada pero tienes mi arsenal a tu disposición para lo que quieras. Me pido quemar el despachito de J.J. Vázquez.

Manu,
el docu es espectacular y es bastante aplicable a cualquier cosa. Era necesario contar de donde sale toda esta porquería, las razones y la gente que la dirige. Lo sospechoso es que, pese al movimiento ciudadano que noto a mi alrededor (no hay día en el metro que no escuche a alguien hablar de la campaña) las otras televisiones se lo han pasado por el forro y no dicen ni pío porque, en el fondo, funcionan la mayoría de las veces como un cartel de empresas y no como entes independientes. Aplaudo la valentía de La Sexta que se ha hecho eco y me sorprende el silencio de los de Cuatro...

Por lo demás estoy seguro de que Vasile está buscando a Antonio Rico para darle un puesto directivo. A ver si nos llama de edecanes y podemos chupar del bote un ratico. Me pido hacer los castings de azafatas.

moonriver dijo...

Y pensar que durante una época de mi vida estuve enganchada a todo esta mierda...

ANT dijo...

espero q hayas visto "GENERACION DF" en antena3... yo le he dedicado el blog...

manu dijo...

Me pido hacer los castings de azafatas.
Un hombre de su posición en esa cadena necesitará de ayudantes, digo yo. Me postulo con toda humildad.

Señor Insustancial dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Señor Insustancial dijo...

Salerosas mañanas a todos,

Moon,
Trabajé en una revista que se anunciaba como "el otro corazón" o sea que viví del asunto...se que engancha más que el jamaro afgano pero me hice un medio experto en moda y complementos. Lo digo porque ya se anda sabiendo cuál es mi poco secreta identidad y dentro de poco tendré que aguantar el chorreo de "mira este, critica pero luego bien que ha cobrado".

Ant,
Me estaba mordiendo la lengua pero, la verdad, después de leer tu post se ha encendido en mi el fuego de la guerra. QUe cosa más mala, qué guiones más malos, que interpretaciones de chichinabo...y no lo digo sólamente por el landismo que planea sobre las tramas y los personajes ¿Profesores de yoga que se hacen pasar por gayers para meterle mano a sus alumnas? Lo siento pero eso es un chiste predemocrático, jajajaja...ínfima calidad.

Manu,
Contratado como ayudante para medir muslos.

Un abrazo enorme.

Antonio García dijo...

Interesante anacronía sobre la festividad de San Antonio de Dios nos asista. http://latelerision.blogspot.com/