jueves, 14 de febrero de 2008

Pregúnteme porqué no me gusta San Valentín

Nota Insustancial: Para el mejor entendimiento de este post, deberían ustedes de intentar leerlo con la entonación de la voz del narrador en Cuéntame, Carlos Hipólito. Si pueden poner la canción de la serie antes de comenzar la lectura se meterán antes en vereda, vale también la de Aquellos Maravillosos años.

Wendy y su amigo Pagafantas

A mi San Valentín no me gusta desde que tengo 12 años. Mi profesora de inglés se empeñó en organizar una sesión de Valentine´s Day en el colegio en plan anglosajón, ya saben, haciendo postalicas cutres de corazones para dárselas a las chicas que te gustaran y recibiendo las propias de las que "se gustaran" de tí. Además en plan obligatorio.

El asunto es en USA y en Inglaterra una de esas poco sutiles ceremonias de humillación pública que tanto gustan en los centros escolares de aquellos pagos y que aquí recordarán ustedes por aquél mítico episodio de Los Simpsons en el que Lisa regalaba a Ralph una postal en la que ponía eso de "Eres chu-chu, chuli" con trenecito y todo.

Otras ceremonias de este tipo son las entregas de premios con nominados de cuerpo presente que dejan al ganador con la cara del gato que se comió al canario y al perdedor con cara de vaca mirando pasar el tren. ¿No sería mejor hacer una cenita e ir dando los premios con el rollo sabido de antemano y ahorrarnos todas esas caras de "bueno, no pasa nada, aguantaré estos diez segundos más y luego me iré a mi casa, cargaré la escopeta y me dedicaré a disparar contra la porcelana china porque no le quiero ver la cara a ninguno de estos hijos de puta en mi vida"?


Bueno, pero a lo que iba, que no recibí ninguna postal. De nadie. Juro que no recibí ninguna valentine de aquellas y me enfurruñé pese a que era previsible que pasara. Además ya era el típico empollón que comienza a vestirse de malote para que los demás le hagan caso ¿Saben? Sí, reconozco que yo fui de esos que me despedí del sexto de EGB vistiendo una ropa que me había comprado mi abuela o una tía mía (que son las dos personas a la que la madre de cualquier empollón sabe que tiene que encomendar el estilismo de su hijo gafotas) y reaparecí en otro colegio, en séptimo de EGB vistiendo como un Elvis enano -perdón, androcoplásico- de esos que alquila la gente para las despedidas de soltero. ¡Yeah, baby, yeah!


Adivinen:¿A cuál de estos dos de rockers se parecía el Señor Insustancial de teen?


La otras versiones del nerd macarrizado son: el que se hace jevi (con ventaja porque puede reutilizar los pantalones de chandal en su nuevo vestuario) que suele ser jugador de rol y escuchar con delectación música celta y el que se hace gótico que suele ser un nerdo cenizo al que la madre inmediatamente lleva al psicólogo porque ha descubierto que se maquilla más que ella. El primero se mete en Izquierda Unida y estudia una carrera de letras como Historia y el segundo comienza a guardar pequeños cadáveres de bichitos primero, luego le da por el rollo satánico y el suicidio pero, un día, se levanta por la mañana descubriendo: a) que es gay o b)que ya está bien de hacer el gilipollas y se pone a estudiar empresariales para luego casarse con una chica que conoció en Suicidegirls.com y que ha seguido el mismo camino. Que risa. Que ascopena.


Unos no sabían si hacer pellas o suicidarse, los otros estaban por el Metal y el Sagrado Air Guitar!!!!!!



Me acuerdo que las celebraciones de aquél San Valentín se complemetaron con una fiesta en la que los chicos y las chicas hicieron una fiesta e incluso compraron dos paquetes de tabaco (uno de Fortuna para nosotros, uno de Nobel para ellas) para echarnos unos cigas. ¿Quién se pasó toda la noche pegado a los vinilos poniendo discos de Hombres G, Modestia Aparte y Miguel Bosé? Sí, lo han adivinado, el mismo insustancial. Es curioso que antes los más pringados fueran los que ponían la música en las fiestas y ahora sean los más guays los que siempre andan cerca de los platos...¿no? Pero, bueno, me lío, que no me gusta San Valentín y ya.

Además mis regalos son horribles. No se que regalar y nunca he sabido envolver. O, sea, regalo algo terrible en la bolsa de donde lo he comprado con la frase de "Si no te gusta, tengo aquí el ticket". Yo me he especializado en regalar música que la gente nunca va a escuchar o libros que jamás van a leer. Si van ustedes a una celebración de cumple y ven un CD o un volumen que no concuerda con el anfitrión es posible que esté también invitado al evento. Búsquenme.


Le das a un catequista el photo shop y te hace cosas como estas...

A mi no me gusta San Valentín pero no porque sea una fiesta inventada por los grandes almacenes, las perfumerías o las floristerías -me río yo de esas dignísimas posturas en contra del consumismo cuando las VISAS están todavía que echan humo por cosas tan estúpidas como la Navidad- si no porque me parece de mal gusto. Es decir, es como ser gordo en África, una muestra de ostentación. ¿Se han fijado en esas parejas, acarameladas sentadas en los cafetines, mirándose con ojos tiernos, ella con unas rosas rojas en su regazo acariciándole la mano al muchacho? ¿Y ellos recibiendo esa colonia pour homme con carita de no haber roto nunca un plato y todo es pelillos a la mar y gorrioncitos y hoy te quiero más que ayer pero muchísimo menos que mañana? ¿Que mensaje quieren transmitir? ¿Chincha rabiña que tengo piba que me caliente los pies y tu te jodes que a saber con quién cenarás esta noche? ¿Que son chu-chu-chulis?


Pues eso, que no pude celebrar San Valentín con quien me hubiera gustado.


Y aquí se despacha sobre el tema Mauro Entrialgo:


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