Conocí a Leopoldo Alas en una lectura de poesía en el Círculo de Bellas Artes. Llevaba el pelo azul y una ropa que parecía traída de Londres. Era una celebridad por todo eso y porque era de los pocos que hablaba tranquilamente de su homosexualidad en unos tiempos en los que Chueca todavía era un barrio con bares de donde salía música heavy y sus plazas estaban llenas de yonkis terminales. En compañía de Leopoldo y de su séquito visité un bar de ambiente por primera vez. Era el mítico Rick´s donde se bailaba por la Carrá y por Marisol&Palito Ortega en un imposible mix donde caía "La bienpagá" y "Este amor ya no se toca" de Yuri. Ni que decir tiene que aquello me comenzó a divertir justo en el mismo momento en que entendí que nadie me violaría analmente. Así se lo comuniqué a Leopoldo que, divertido, me comentó que el rollo leather no se llevaba en Madrid. Años después descubrí lo que era el Leather.
Nos fuimos viendo aquí y allá. Saludándonos en todo tipo de eventos, en alguna presentación de algún libro suyo y volvimos a caer en la juerga una noche en que vino a ser entrevistado por Javier Gurruchaga a La Cucaracha Express donde ejercía como guionista. Fui yo el que le preparó el cuestionario. Terminamos tomando copas con el equipo, Villena, Gurruchaga y Popotxo en el Black&White. Un despiporre.
La última vez que coincidimos reseñablemente lo hicimos en el Jose Alfredo en una chiflada reunión con Ajo, Mastretta, el Fuismi, la mexicana...un despiporre. Acabé con Leopoldo en la barra charlando sobre Estados Unidos y me dio la misma impresión que me dio siempre que era entrañable, divertido e inteligente.
Ahora se ha largado y, desgraciadamente, las noches de Madrid, sus bares, sus salones de actos, sus aulas magnas, sus bibliotecas se van a quedar un poco más vacías. Buena suerte.
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